QUÉ ES SER UN IRROMPIBLE
Los Irrompibles es una organización política que se constituye en el marco de la Unión Cívica
Radical, poniendo en valor el liderazgo y el pensamiento de Raúl Alfonsín. Desde sus
comienzos y a lo largo de su transición histórica, este espacio político se ha nutrido y
consolidado, fundamentalmente, de los sectores de la juventud argentina.

A partir de la reivindicación del pensamiento alfonsinista, y como consecuencia de ello, Los
Irrompibles se encuadran dentro de la tradición del socialismo-democrático, que actualmente
adversa con la posición predominante de las autoridades de la Unión Cívica Radical, que han
tomado la decisión de poner al partido al servicio de una posible restauración conservadora
en la Argentina.

Nuestra historia como grupo comienza hace más de treinta años, cuando a pesar de que
todavía seguía vigente el Proceso de Reorganización Nacional, comenzó el funcionamiento de
Formosa 114 apoyando, desde el comienzo, a Raúl Ricardo Alfonsín.
Terminado el gobierno de Raúl, con un partido que le dio la espalda, “los pendejos de
Alfonsín” seguimos sosteniendo y viendo en él un ejemplo de líder, de pensador y de político
a seguir. Es entonces que mientras algunos lo llamaban traidor, nosotros expresamos un
apoyo incondicional como muestra de gratitud y comprensión política ante los difíciles
escenarios en los que debió actuar políticamente.
Tras un accidente automovilístico, el ex presidente estuvo internado en el Hospital Italiano
durante 40 días y 40 noches. Y en esos momentos duros acampamos afuera del Hospital con
la consigna “De acá no se va nadie hasta que Raúl nos dé la mano a cada uno” como bandera.
Este gesto solidario logró forjar una amistad con don Raúl que duró hasta sus últimos días.
Aunque hubo recambios generacionales, existieron sentimientos y características que este
grupo jamás abandonó. Si nos decimos “irrompibles” es porque nuestro grupo humano jamás
se ha roto y se ha mantenido desde hace años. Si nos decimos alfonsinistas es porque hemos
mantenido una coherencia ideológica a lo largo de nuestra historia sin importar las
conveniencias.

SITUACIÓN ACTUAL DEL RADICALISMO
Creemos que la estructura del partido en los últimos años ha cambiado y ha experimentado
un corrimiento hacia la derecha. Esto responde a una cúpula partidaria que ha sido ganada
por el pragmatismo y la búsqueda de alianzas electorales que no coinciden con un debate
profundo de las ideas y valores que creemos necesario a la hora de crear una propuesta de
gobierno.
De este modo, los sectores populares y progresistas que conforman al radicalismo, nos vemos
acallados e imposibilitados de encauzar al mismo hacia alternativas socialdemócratas, debido
a la falta de espacios de discusión y participación internos. Observamos que gran parte de los
dirigentes del partido conduce estructuras partidarias vaciadas de contenido político, con
poco o nulo debate de ideas, así como de espacios reflexivos para el pensamiento de las
distintas problemáticas de la realidad. Tampoco cuestionan al poder económico y se
encuentran cercanos a las corporaciones. No plantean objeciones a las relaciones verticales
de poder ni reconocen las marcas contradictorias de una sociedad injusta y desigual.
Estamos frente a un radicalismo que da la espalda a los intereses populares y que se muestra
incapaz de formular una agenda propia, para repetir un discurso que fomenta el sentido
común moldeado por los medios de comunicación, sin ofrecer modelos superadores. La clave
de su estrategia es apelar a los ciudadanos únicamente como el electorado que recurre a ellos
como un espacio que se define exclusivamente por ser la contracara del oficialismo, pero que
no ofrece, sin embargo, proyectos con contenido político sustancioso, dando pie a que la
composición y presentación del mismo resulten al fin y al cabo irrelevantes. Es en este
contexto que entendemos la alianza electoral de la UCR con el PRO.
DIAGNÓSTICO DE LA SITUACIÓN DEL PAÍS
Para hacer un diagnóstico actual del país es inevitable situarnos en un contexto nacional e
internacional complejo, en el que las características de lo que se entendía como lo político han
cambiado.
La etapa política del kirchnerismo es sin duda un proceso político profundamente complejo,
con importantes logros y también contradicciones. Como militantes pertenecientes a las
corrientes más populares del radicalismo tenemos inevitablemente puntos de contacto con el
“modelo” que van más allá de una lista de políticas públicas; hablamos de la concepción de la
política como movilizadora de la sociedad y como herramienta articuladora de la soberanía
popular frente a los poderes corporativos. En cuanto a las políticas en sí, nos parece
importante resaltar por su enorme valor la AUH y el plan PROGRESAR entre otros mecanismos
que llevaron a una mayor inclusión social y una disminución objetiva del índice de
desigualdad. También destacamos la nacionalización de YPF, una bandera histórica del
radicalismo, y el de los fondos de pensión jubilatoria, que llevaron al país a tener una
extensión de la seguridad social del 97%. Tampoco negamos sus contradicciones y los
aspectos que aun se encuentran inconclusos: los límites de algunas transformaciones, como la
regresividad de la matriz productiva e impositiva y el elevado nivel de concentración de la
riqueza en algunos sectores económicos nos parecen aspectos importantes para señalar.
Es inevitable el paralelismo con aquellos radicales populares que vieron cómo en los años 40
la UCR, confundida frente al surgimiento del peronismo, se volcó a una alianza con la derecha
y los poderes fácticos, crean la tristemente célebre Unión Democrática. Así como Larralde el
17 de octubre de 1945 no vio al “aluvión zoológico” sino a gente del pueblo manifestándose
por un proyecto colectivo, nosotros tampoco vemos enemigos políticos en el kirchnerismo.
Creemos que en los últimos años en la Argentina se revalorizaron políticas de inclusión y
distribución de la riqueza y de derechos humanos que habían quedado rezagadas durante los
años 90. Así también se ha puesto nuevamente en valor el rol militante de una generación
joven que, con su regreso a la esfera política, y su vuelco al espacio público ha contribuido a
moldear un proceso popular con su impronta y sus aspiraciones, respaldando masivamente
las ampliaciones de derechos, asignándole sentido a medidas y procesos gubernamentales, y
fundamentalmente haciendo oír una voz que durante más de diez años estuvo silenciada.
En cuanto al contexto latinoamericano, no podemos dejar de pensar en los gobiernos
populares que han surgido en la región, con diversas trabas puestas en práctica por Estados
Unidos y los grandes poderes hegemónicos. Tal es el caso de Bolivia, Uruguay, Brasil y
Ecuador, donde a pesar de haber sido sus presidentes democráticamente elegidos por la
mayoría y contar con gran apoyo popular, deben soportar tanto ataques mediáticos
constantes como operaciones políticas camufladas bajo una capa de legalidad. Este
fenómeno, además, ha encontrado su réplica en Europa, con movimientos políticos surgidos
en el seno del descontento de la gran mayoría de la población ante políticas de austeridad que
han demostrado actuar en perjuicio de las minorías y los trabajadores.
Han surgido, de esta manera, formas más sutiles de dominación que se han configurado en los
últimos tiempos, dado el rechazo internacional hacia los antiguos métodos militares, que
amenazan a las democracias de la región. La derecha aparece en este contexto nacional e
internacional como un actor multifacético y renovado, que ha sabido adaptar su imagen hacia
perfiles más moderados, reivindicando para ello banderas que antes rechazaba.
PROYECCIÓN A FUTURO
Nuestro objetivo a futuro es la consolidación de una organización política de impronta propia
que construya, a partir de las agendas nacionales y regionales, una forma de hacer política
desde la socialdemocracia, poniendo en el centro los valores de solidaridad y compromiso, la
igualdad y la libertad.
Los Irrompibles creemos en la política como una herramienta de transformación de la realidad
que no termina en el voto o el ejercicio de las funciones básicas de la democracia, sino que
implica el rol activo de los sectores populares en la toma de decisiones en todos los
estamentos del Estado.
Para ello creemos importante fortalecer nuestra identidad grupal y afianzar un discurso
conjunto que promueva los valores que defendemos.
Es por esto que hemos comenzado a pensar en una visión de país a partir de tres pilares
fundamentales.
En primer lugar, es prioritario para cambiar la matriz socioeconómica del país y terminar con
las desigualdades sociales pensar en una nueva solidaridad. Consideramos que para hacer
políticas sociales inclusivas es necesario percibir a todos los habitantes por igual. No podemos
construir un país en donde se realicen políticas especiales para los pobres por el simple hecho
de pertenecer a una clase social. Como dice Galeano: “La caridad es humillante porque se
ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo”. Con
esto no queremos decir que se quiten los programas y leyes que promueven la equidad, sino
que nos referimos a fortalecer e integrar a la sociedad. Como hemos dicho antes,
reivindicamos y valoramos programas tales como la Asignación Universal por Hijo, y los planes
PROGRESAR y PROCREAR, entre otros, pero creemos que hay trabajar para consolidar una
situación en donda la sociedad sea cada vez menos dependiente de estas importantes
herramientas. A su vez, hay que profundizar políticas integrales en materia de género y
cultura.
Proponemos aumentar la autonomía de los beneficiarios de las políticas sociales, aplicar
criterios realmente universales a los programas y trabajar simultáneamente en unificarlos,
para evitar desajustes o arbitrariedades. Nuestro objetivo es lograr altos niveles de cohesión
social y desarrollo humano, y para esto hay que constituir una nueva solidaridad donde,
además de proponerse redistribuir el dinero, también suceda con el conocimiento y con las
oportunidades. En resumen, se debe redistribuir el poder social.
En segundo lugar, otro de los pilares fundamentales para la construcción de una alternativa de
país inclusiva es repensar una economía de cooperación mixta. En este sentido, consideramos
importante que esta nueva organización de la economía no signifique únicamente la
planificación sistemática y estratégica para generar producción nacional, el fomento de la
ciencia y la tecnología y una matriz productiva con desarrollo a largo plazo, sino que resulta
indispensable formar una industria nacional al servicio de los argentinos, en armonía con las
fuerzas de trabajo y los recursos naturales.
Debe asegurarse el acceso universal a la formación profesional y a condiciones de trabajo no
precarizadas, así como también debe incentivarse la investigación y el funcionamiento de
alternativas de producción y propiedad solidarias, como es el caso de las cooperativas y las
mutuales. No debemos olvidar que una de las deudas pendientes es generar un cambio
superlativo en la esfera de las finanzas: Un sistema bancario transparente que recupere el
crédito a la inversión para pequeños productores y desincentive la usura de los créditos al
consumo.
Creemos necesario pactar, además, un acuerdo entre los países latinoamericanos para
impulsar la cooperación económica en la región y, de esta manera, eliminar las relaciones
económicas asfixiantes con las grandes potencias y las transnacionales, que trabajan en contra
de nuestra soberanía y en detrimento de nuestro desarrollo económico. Esto resulta
fundamental para aumentar la competitividad regional y revertir la dependencia respecto de
Estados Unidos.
Por último, en lo que respecta a lo que hemos denominado Convivencia Justa, consideramos
fundamental una convivencia local con base en la integración latinoamericana. Para esto es
primordial la participación activa en la UNASUR y, desde ese espacio una integración a nivel
regional que fortalezca la cooperación y el diálogo político entre las naciones participantes. El
contexto actual nos otorga la oportunidad de desarrollar una democracia participativa y con
respeto por la diversidad entre los pueblos, asegurando igualdad e inclusión.
A nivel nacional, consideramos que es primordial promover una convocatoria al diálogo como
práctica política. Debemos superar controversias que no se condicen con la realidad, y buscar
sintetizar diferencias, analizar la coyuntura y participar de un diálogo con decisión política
tendiente en hacer frente a los intereses corporativos para construir un proyecto de estado
para nuestro país. En el mismo orden consideramos de relevancia la ampliación ciudadana y la
democracia participativa independiente de las instituciones. Crear instancias de debate de
diversos aspectos participativos como prioridad de las distintas jurisdicciones estatales con el
fin de quitarle poder a los lobbies.
Desde la recuperación de la democracia, nuestro país profundizó la progresiva expansión de
las libertades individuales. Los derechos ciudadanos son, aún hoy, un debate pendiente que
debe ser tratado en lo inmediato, dejando de lado intereses dogmáticos, religiosos o
conservadores. Creemos que la búsqueda constante de igualdad se marca dentro de valores
ciudadanos impostergables.
Sostenemos que a partir de estos tres pilares vamos a poder avanzar en un proyecto político
alfonsinista, donde el objetivo sea un horizonte de justicia y equidad social.